Ayer nos encontramos con un auténtico festín de buena música en directo, y de absoluta entrega sobre el escenario. La noche comenzó
muy vikinga de mano de los feroeses
Týr, que
como siempre estuvieron a la altura del exigente público madrileño. De los tres grupos que tocaron, fueron los más "fríos" en el sentido de dedicarse a su música al 100% y no dar mucha coba. Aún así, tuvieron sus momentos de
feeling con la gente mientras interpretaban temas como el siempre esperado "Sinklars Visa" o "By the Sword in my Hand". Respecto al tiempo en escena no fue ni muy extenso ni muy corto, el justo para no cansar y para no dejar frío.
Después llegaban los inagotables
Korpiklaani, siempre acompañados de fiesta y buen ambiente, muy implicados con el público y éste a su vez muy receptivo. Ya sólo verles saltar al escenario, cada uno con un traje característico, vale la pena. El bolo empezaba sin embargo mal, con un cantante que era inaudible por problemas técnicos. Afortunadamente el mal trago no llegó ni a media canción, y una vez resuelto el problema pudimos disfrutar de un gran show. No faltaron temas como "Rauta", "Vodka" o "Tuonelan Tuvilla". Los componentes de la banda no pararon de saltar y animar al público.
El plato fuerte era sin duda
Sabaton. Los suecos montaron un buen espectáculo tocando temazos en un show que estuvo centrado en
Heroes, último trabajo de la banda, pero en el que también se incluían canciones ¡en sueco! del espectacular
Carolus Rex lanzado en 2012. "Gott Mit Uns", "Soldier of Three Armies", "Carolus Rex", "Far from the Fame" o el tan aclamado "Primo Victoria" con el que anunciaban el cierre son algunos de los ejemplos. Un diez para
Joakim Brodén, que aunque parecía olvidar las letras al comenzar el concierto (nos extraña, seguramente estaba sorprendido por la buena acogida) no dejó de dar la nota y mostrar una implicación continua con el público. Hasta en cinco ocasiones agradeció el
sold-out, y cada poco tiempo preguntaba por las canciones que queríamos escuchar, el idioma sueco o inglés... La banda también estuvo contagiada de ese espíritu, realizando bromas e incluso cargándose el set-list para hacer pensar que tocarían lo que quisiéramos. La nota tierna llegó al final de la noche, cuando tuvieron el grandísimo detalle de subir al escenario a un joven metalero que veía el concierto desde el fondo, a hombros de su padre.
Una vez allí el chaval recibía las gafas de sol de Joakim (un segundo par porque las que llevaba puestas durante el show habían ido a parar a una fan cumpleañera de las primeras filas) y disfrutaba del espectáculo mientras sonaba "Metal Crüe". El broche final para una gran noche de concierto con muy buena música, muy buen sonido y un ambiente espléndido tanto en público como escenario. La organización del evento también fue espléndida.